Esta
semana he vuelto a ver en un artículo, como si fuera algo novedoso hablar sobre
“Liturgias” como el ritual que
llevamos a cabo frente a un consumidor, que hace que nos diferenciemos del
resto.
¿Novedoso?
Voy a contar mi experiencia, por si a alguien puede serle útil. Cuando decidí
crear y abrir el Hotel más domotizado de toda España podría haberme quedado con
ese detalle para “diferenciarme”, pero sabía que la ubicación era un hándicap que
limitaría mucho (Tierra de Campos vs España Profunda), puesto que mi genética es
totalmente Marketiniana y el diseño del Hotel se oriento con esa visión desde
su creación con una premisa clara “No pensar que es lo que me gustaría a mí y
se me da bien, sino que es lo que le gustaría a mis posibles clientes”. Cuando
creas un concepto de Hotel en el año 2010 dónde cada estancia realmente NO es temática,
sino pensada y segmentada en públicos diferentes (con necesidades y características
brutalmente diferentes), tuve que pensar que es lo que les unía a todos, para
que la “Bienvenida y la Despedida” así como su estancia en zonas comunes fuera
lo más agradable siempre, sin hacer diferencias entre ningún cliente. Y pensé en
crear “Liturgias los Almirantes”.
Estas
liturgias las fui enriqueciendo con los años pero el Objetivo de las mismas
(siempre hay que marcar objetivos claros, sino cualquier acción queda
distorsionada) eran:
-
Hacer que el cliente confiara en mí.
-
Hacer que el cliente se relajara y fuera consciente
de que a partir de ese momento estábamos para ayudarle y estaba en otro sitio
diferente de dónde venía. Y si venía por trabajo, que estaba en su casa, porque
yo me iba a preocupar 100% en él.
Hoy en día
cuando sabemos que el cliente es “infiel” por naturaleza consumista hace que me
sienta aún privilegiada de lo que conseguí y de ser pionera en el Sector puesto
que hablamos de un Hotel de Cinco Estrellas, con lo que ello exigía. ¿Qué hice?
Cada
cliente que entraba en el Hotel, invertía entre 5 a 10 minutos con ellos en
nuestra “Liturgia de Bienvenida”. Primeramente:
-
Previamente al cliente le mandábamos un email
(obligado) dónde se le explicaba horario de entrada (para preservar el
descanso) y de salida, y pequeñas normas del Hotel, así como su ubicación,
cancelación etc… mandándole fotos de su habitación y del baño (esto requerirá
otra entrada del Blog), esto hacía que el cliente de antemano supiera que el
Hotel se preocupaba del cliente (siempre lo mandábamos en las 8 horas siguientes
a la reserva) y de dónde iba a venir.
-
La recepción del Hotel NO tenía barra separadora
entre el cliente y el Hotel, sino que contaba con dos sillones realmente
cómodos dónde ellos se sentaban y una mesa preciosa dónde yo de pié estaba en
el otro lado, para que sintieran que yo era quien debía de estar a su
disposición.
-
El Check In burocrático, siempre lo teníamos hecho
en un 80% antes únicamente comprobábamos los datos del DNI (previamente
cogidos) mientras les preguntábamos que tal el viaje, y como se encontraban.
Esa simple pregunta a mí me daba información muy valiosa de ante que me
encontraba: pareja con necesidad de relax, amigos con ganas de fiesta, amantes,
persona que venía por trabajo o de paso, cliente con ganas de cultura y
gastronomía…
-
Una vez revisado los datos, yo me ponía al lado de
ellos y según qué tipo de estancia querían
de manera desinteresada hacía de “Receptora turística” , con mapa en mano
ofrecía información: cultural, gastronómica, para salir a tomar algo, eventos o
hitos relevantes, puntos no tan turísticos pero interesantes, incluso alrededor
del Hotel (en 50km a la redonda) les podíamos ofrecer información de cualquier
curiosidad que pudieran tener. Con esto que conseguía que ellos vieran que
podían confiar en mí, porque no daba información objetiva, sino mi percepción
con pros y contras algo que no se suele hacer.
-
Una vez les ofrecía la información tenía una silla
al lado de cada ascensor dónde el cliente dejaba todo su equipaje y procedía a
enseñarles personalmente las instalaciones: zona de bar y horario, restaurantes
y horario (y sus especialidades), Spa, como se entraba en el Hotel con la
tarjeta y subía con ellos a la habitación por dos razones:
o Enseñarles
el funcionamiento de: Domotica de la Habitación, de la bañera y ducha (porque si
no me iba a tocar subir otra vez más tarde jejejeje)
o Para
saber si la Habitación elegida realmente era un “Wow” para ellos o si veía que
a la “mujer” no le gustaba siempre intentaba tener Plan B. (Sobre todo ante
decisiones masculinas de habitación para fin de semana romántico sorpresa)
Una vez
les dejaba en la Habitación y cerraba la puerta era una increíble satisfacción escuchar
“guauuu” o gritos de alegría al cerrar. Con todo esto conseguía mis objetivos,
sin coste alguno, salvo mi tiempo y mi curiosidad de estar siempre pendiente de
que estaba pasando a mi alrededor (eventos, fiestas, inauguraciones….y tener
siempre accesibilidad para mis clientes y prioridad a los mismos).
Alguien
pensara “que bonito, pero y si llegaban dos clientes a la vez?, o mientras
estabas con ellos en la Habitación entraban más?” muy sencillo: HONESTIDAD Y
PACIENCIA. Nos pasó varias veces de llegar varios a la vez, y siempre tenía a
todo mi equipo formado para hacer exactamente lo mismo que yo, daba igual que
fuera cocinero, limpiadora, camarero, masajista… Y o bien se le invitaba a una
consumición en la cafetería o en recepción mientras yo acababa (así veían que
para nosotros cada cliente era especial) o bien hacíamos Chek In en paralelo
ayudada por mi equipo en momentos especiales: Semana Santa, puentes, etc… Porque
crear un EQUIPO es algo tan importante como abrir cada día tu negocio y el
ordenador, pero de “verdad” no solo cara a objetivos de Recursos Humanos. (esto
lo contaré en otro momento).
Tras esta
experiencia el cliente me podían recomendación, consejo, nos hablaban y
preguntaban…es decir, me consideraban una parte clave y personal de su viaje. Cuidaban
de la Habitación, sabían las normas del Hotel, y se sentían parte de ese
proyecto.
Y ¿Cuándo se
iban? Al irse, hacíamos lo mismo les preparábamos la factura siempre en sobre e
intentábamos darles un regalo para el viaje, que hiciera que se acordaran de nosotros:
pastas de la zona con nuestra pegatina, un detalle nuestro. Al irse ellos nos
informaban de si la Habitación había algo para mejorarla, o de alguna
incidencia en alguna recomendación externa (que siempre nos ayudaba), pero
habíamos hecho al cliente ser parte de nuestro mundo “almirante”. En el 60% de
los casos nos despedíamos con un abrazo o beso, y en algunos casos hablando 2
horas jejejeje y creando futuros amigos/clientes.
Esto es mi
liturgia, que más adelante compañeros copiaron, adaptaron y me dio la
oportunidad de dar charlas para estudiantes y compañeros en Ferias importantes
como INTUR porque esta liturgia, esta comunicación con el cliente era el mejor
Valor Añadido que podíamos ofrecer a corto plazo, creando una relación a largo
plazo.